Los Acantilados de Mon, maravilla en Dinamarca

acantilados de mon

Danmark, así le dicen a Dinamarca sus propios habitantes. Es un país de Europa del norte, el más pequeño de los países nórdicos, con frontera con Alemania y con el espectacular puente de Oresund uniéndolo con Suecia. Aquí en invierno hace frío, mucho frío, pero sus paisajes son maravillosos y basta leer uno de los cuentos de Hans Christian Andersen para comprender cuánto puede inspirar la belleza de este lugar.

Además de Copenhague, el primer destino turístico, está Selandia, una región típica de recreo y vacaciones, repleta de casas de veraneo y casas históricas, hermosa zona de bosques, acantilados islas, lagos y playas. Uno de los paisajes naturales mas espectaculares de Dinamarca son precisamente los Acantilados de Mon.

Si caminas por ellos estarás caminando sobre rocas que tienen unos 70 millones de años y que datan de cuando Dinamarca estaba cubierta por el mar. Los acantilados se formaron entonces por la compresión de  piedras calizas formadas por pequeñas formas de vida que vivían en ese área específica del mar. Con los milenios estos animales se convirtieron en caliza debido a la alta presión y terminaron formando estos magníficos acantilados blancos sobre los que hoy podemos pasearnos mirando el mar.

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Los Acantilados de Mon tienen unos 7 kilómetros de largo y se alzan unos 128 metros sobre el nivel del mar. Están separados en varias áreas y juntas crean una de las postales más típicas de Dinamarca. Cada año entre 20 y 40 centímetros de piedra caliza desaparece reclamados por el mar, pero siempre que haya buen tiempo puedes caminar por allí, a lo largo de la playa para contemplar los acantilados desde su base o por sobre ellos. Eso sí, en ocasiones algunos desprendimientos pueden complicar el paseo.

En los acantilados y debido a su naturaleza única viven muchos tipos de plantas, entre ellos veinte tipos distintos de orquídeas salvajes así que eso lea suma belleza. Otro paseo posible es acercarse en bote con algún experimentado marinero en el momento del atardecer cuando el le arranca tonos rosados a la piedra blanca. Una experiencia inolvidable.

Foto 1: vía Andrea Binning

Foto 2: vía Gitzo S.A

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