La ballena negra del sur argentino
Hablemos hoy de nuevo sobre la ballena negra del sur, la también conocida como ballena franca austral, que es un animalote fofo y redondo, cuya cabeza poblada de callosidades amarillentas, blanquecinas, y que tanto puede resultarnos repugnante como enternecedora. Pero ya que la suya, ay, es una triste historia, habrá quien considere los juicios estéticos respecto de las especies una frivolidad.
No debemos perder la calma, sin embargo. En realidad, el rostro de casi todas las ballenas transmite una curiosa bonhomía. Los cetáceos en general tienen un aspecto bonachón que nos conmueve. A los hombres, desde hace siglos, estas consideraciones no parecieron afectarle. Había que comer. Y lo que ofrecía la ballena negra, en grasa y en aceite, era una oferta irrechazable. Desgraciadamente se les fue la mano, como siempre.
Los amantes de la naturaleza esperan menos blablablá y más datos. Ahora se los daremos. En primer lugar, la ballena negra del sur habita una franja de unos cuarenta grados de latitud, en las secciones más al sur de los océanos Pacífico y Atlántico, en las cuales éstos ya reciben el nombre de océano Antártico. Su tamaño llega a superar los quince metros y nunca sería la campeona en unas Olimpiadas Cetácicas: nada a unos 5 km/h (la ballena azul, que alcanza los treinta metros, supera sin dificultad los 20 km/h).
Porque todo indica que a la ballena franca austral le resulta más agradable la gastronomía oceánica a base de copépodos, que incorporar unas prisas a su vida más propias de las ciudades de los hombres. Esta circunstancia, así como su relativa curiosidad, la convirtió en presa fácil de los balleneros. La población estimada, unos 100000 se redujo al dos o tres por ciento, a finales de los ochenta. En los últimos veinte años se ha intensificado su protección, pero que la ballena negra del sur no parece muy proclive a aceptar políticas de natalidad: la procreación se produce solamente cada tres años.
Desde la Península Valdés, Argentina, declarada Patrimonio de la Humanidad por su riqueza natural, tanto de flora como de fauna terrestre y acuática, es posible observar un reservado de seducción de estas ballenas. Vamos, una región para el enamoramiento y la procreación. La ballena negra sube entonces desde las aguas más frías del sur cuando el invierno se acerca. Navegando de forma lenta y pausada, es sorprendente entonces verla levantar su aleta para acometer un maravilloso salto en el que todo el tonelaje de su grasa parece cosa leve, grácil, etérea. Salto de alegría, de furia o de resignación, eso, sin embargo, nadie lo sabe.
quelindas son las ballenas y cuntos crias tienen cada ballena