El fenómeno del afloramiento en la costa gallega
En Galicia las gentes de mar que viven en la costa atlántica conocen sobradamente la riqueza de las rías. Y quienes provenimos de un linaje marinero todavía recordamos a nuestros mayores cuando glosaban esa riqueza con mayestáticas anécdotas de «meter la mano en el agua y sacar» sardinas, doradas, rodaballos o incluso el más exquisito de los mariscos.
Sin duda, nuestros abuelos exageraban. Aunque su historias no dejasen de reflejaba dos verdades: la fertilidad de la ría (en nuestro caso, la de Vigo), y la sobreexplotación sufrida desde hace décadas.
La riqueza ecológica de la ría tiene que ver, curiosamente, con otro hecho que a veces sorprende a los turistas que recorren Galicia de norte a sur: el agua de las Rías Baixas está inevitablemente más fría que en las costas del norte.
Nosotros, que hemos vivido en Coruña y en Vigo, damos fe. El océano del norte nos permitió baños en noviembre, cosa que a veces resulta imposible en el sur en pleno agosto. Lo curioso es que ambas consecuencias, temperatura y riqueza, se relacionan con un único fenómeno que los expertos denominan afloramiento.
El afloramiento es un fenómeno de dinámicas o mareas oceánicas. Se produce en primavera y en verano, cuando los vientos del norte barren mar adentro el agua de la superficie de las rías, agua de temperatura agradable (es un decir). A la par, aguas más profundas y, obviamente, más frías, sustituyen a las anteriores. Pero esas aguas también son más ricas en nutrientes.
¿Por qué sucede esto entre mayo y septiembre? Porque entonces predomina la situación anticiclónica y, así, los vientos del norte que ponen en movimiento ese ciclo de renovación de aguas, en el que afloran las más profundas y las de superficie se alejan mar adentro.
A decir verdad este fenómeno no es único de Galicia (en realidad se extiende a lo largo de la costa atlántica peninsular e incluso llega al norte de África), sino que también se ha detectado en otras partes del planeta, como California o Chile. Sin embargo, la propia fisonomía de las rías hace que aquí el fenómeno tenga unos rasgos peculiares.
En efecto, la ría actúa de receptáculo idóneo para esos nutrientes que llegan desde el fondo oceánico. Así se explica su condición de inmejorable hábitat para el cultivo del mejillón y del marisco. De hecho, las miles de bateas gallegas suponen una producción de mejillón que representa más de una quinta parte de lo consumido en todo el mundo.
Por lo tanto, la costa gallega, en especial las rías, representa un maravilloso tesoro ecológico que debemos cuidar con esmero, intentando evitar en todo momento la sobreexplotación o los vertidos contaminantes. Desgraciadamente la tónicaha sido y sigue siendo la contraria.
Los numerosos prestiges que han vomitado su tóxica carga frente al Atlántico gallego, sumados a los rellenos y las brutales actividades de industria portuaria, y añadidos a la acción continua de furtivos y marineros inconscientes tendría que haber esquilmado y destruido hace tiempo esos viveros del mar. Estupefaciente resulta comprobar que, de momento, las rías gallegas resisten. Pero, ¿por cuánto tiempo?
Foto vía: cienciasycosas
no sirve pa na