El tiburón anguila, un fósil viviente
El mar tiene la capacidad de sorprendernos con seres que poco o nada han evolucionado desde la prehistoria. Animales que se presentan casi desconocidos para el hombre por encontrarse a niveles poco explorados y que nos recuerdan, una vez más, que el ser humano no conoce todo en este mundo.
Hoy hablaremos de uno de estos fantásticos seres, al que muchas veces se le pone el sobrenombre de “fósil viviente”. Éste es el tiburón anguila, un ser que apenas ha evolucionado desde el origen de su especie y cuyo aspecto, a pesar de estar emparentado con los actuales tiburones, se asemeja más al de una enorme serpiente o una anguila.
Se encuentra en los océanos Atlántico y Pacífico, aunque para encontrarlo deberíamos bajar hasta profundidades de hasta 1570 metros. No obstante, en contadas ocasiones se han encontrado algunos de estos animales nadando en la superficie, quizá desorientados por las corrientes.
Son casi ciegos, cuentan con un par de agallas (más que en el resto de tiburones), y sus dientes son muy afilados en forma de tridente. Los mismos pueden llegar a medir hasta cuatro metros y su alimentación principal es de otros peces óseos y cefalópodos.
Estos animales doblan su cuerpo lanzándose hacia adelante como una auténtica serpiente a la hora de cazar a sus víctimas. Por lo que podemos observar que cuenta con una estructura bastante flexible que apresa a sus víctimas entre sus dientes afilados.
En cuanto al periodo de gestación, cabe destacar que es de aproximadamente tres años, y tienen entre 2 y 15 crías. Esto es el principal motivo por el que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza lo considere como una especie amenazada, pues su tasa de reproducción es muy baja e incluso una captura accidental puede llegar a agotar la población mundial del tiburón anguila.
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Foto vía: naturahoy